Parte ≠ Todo
Las personas estamos hechas de historias, de muchas historias: presentes, pasadas y futuras; compartidas e íntimas. Todas ellas importan. Si falta una, falta una parte de lo que somos. Simplificamos nuestra existencia. Nos mostramos y nos sentimos incompletas.
El contexto sociocultural, las más de las veces, ejerce tal poder que silencia muchas de ellas. Visibiliza solo la que le conviene, convirtiéndola en la historia que va a ser contada, y creída, en lo público y en lo privado. En este recorrido, las otras historias que también cuentan lo que somos, van quedando desatendidas, olvidadas e incluso aborrecidas, condicionando nuestra forma de ser y estar en el mundo.
En ese proceso definimos nuestra(s) identidad(es). Si durante el recorrido solo escuchamos una historia, habitualmente saturada de estereotipos, prejuicios, medias verdades, o medias mentiras… sin apenas darnos cuenta, quedamos limitadas, perdemos agencia personal e interiorizamos una versión sesgada de nosotras mismas.
En sociedades diversas como las actuales, en las que los pactos de convivencia aún no son horizontales ni igualitarios, la historia que es contada en primer lugar privilegia a una parte, quedando la otra muy mal significada. Un desequilibrio injusto e incierto que rompe, por dentro y por fuera, a sus protagonistas.
Es primordial visibilizar y escuchar todas las historias, todas las versiones, para favorecer conclusiones identitarias alternativas. Cada quien con la que sienta que mejor le representa por cercanía, creencias, circunstancias de la vida, experiencias compartidas, legado histórico y/o cultural, afectos, color de piel… o por lo que sea, pero libremente elegida y naturalmente interiorizada, para contarse a sí misma y presentarse ante el mundo.
Aunque haya quien se resista a iluminar esas historias, ahí también estamos; ahí también somos y desde ahí nos contamos todas las personas; todas, no solo unas pocas.
Sin este principio básico de respeto, no habrá igualdad real, ni convivencia efectiva, ni representación en los distintos espacios, ni plena participación por mucho slogan, campaña solidaria o “día de…” que se celebre. Es necesario desafiar el relato dominante porque en él solo queda representada una versión, una historia. Cuando esto sucede, la que prevalece suele ser la que interesa oficialmente, no la que humanamente importa.
convivencia, discriminación, estereotipos, identidad, interculturalidad, prejuicios